domingo, 22 de noviembre de 2015

Lo que un día fueron las penumbras de mi agonía


A Cristina G. G.
Un día, esas letras que satisfacen tu ser,
(el que tanto amé con desenfreno)
fueron insoportables agonías que turbaban mi alma.
Tus sombras deambulaban alrededor mío
y todo me hablaba de ti.
Mi cama me amarraba a tu olor y a tu recuerdo.
Mi cuarto era un mar de islas que te evocaban
y yo tan necio que consumía tus recuerdos,
interminablemente, a cada naufragio de tus besos.

¡Cómo se amoldaban tus labios a los míos!

Si tan sólo hubieses sabido cuánto te sufría...
¡cuánto te consumía, cada noche, con cada poro de mi ser!
¡cuánto anhelaba tu cuerpo junto al mío!
¡cuántas veces se erizó mi piel al recordar la tuya!
¡cuántas veces palpitaba este corazón al escuchar tu voz!
¡cuántas veces te anhelé y te anhelé en silencio!

Si tan sólo supieras, lo tanto que habitaste en mis silencio
Si tan sólo supieras, lo tanto que naufragué entorno a ti
Si tan sólo supieras un poco, si tan sólo lo asimilaras como yo lo asimilo hoy:
Disfrazarías el tiempo, tus manos tendrían poderes, tus labios serían un puente interminable y tu sonrisa inagotable.
Tendrías un desarmador y reloj y jugarías a ser Dios. Renunciarías a la realidad y a la razón por unos cuantos segundos de amor efímero.

Inexorablemente, no podré volver a verte,
porque entre nosotros existe una rara magia
que aunque pasen años y otros amores
tras quince minutos juntos, nosotros volveremos hacer los mismos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario