La calle no
calla,
no quiere.
Suspira
por
momentos, allá,
en la
lejanía. Expira
su silencio
a atrancados jalones,
no quiere
morir.
La gente no
se lo permite, los señores
calman a las
mujeres su gemir
Los gritos
ahogados,
las
lágrimas, ya secas,
llevan en
sus espaldas
uno ojos
cansadísimos
Los niños
tiernos e inocentes
le sonríen a
la muerte, no la conocen.
Se sienten
los murmullos en las calles
parece que
dejarlo ir no quieren.
no quiere
morir la noche
mañana quizá
vuelva el día
pero él, él
jamás regresará