Martha no es un nombre.
Martha es una ciudad
de utopías de cobre,
pues pobre el hombre
que la felicidad en ella ose
a gozar a perpetuidad
porque no le habrá de esperar
cosa alguna que no sea claudicar
en penas y agonías.
Habrá de aclarar que tampoco habrá
vestigio alguno de él en aquel corazón de piedra.
Morirá en él toda lozanía
que su rostro desprendía
y algún día la intríngulis se descubrirá,
y no existirá óbice alguno que evite
el trágico desenlace de ser asesinada
por aquella alma desgarrada.
Martha no es un nombre.
Martha es una ciudad
y en sus lares corre ya mi nombre
como vaho intangible en la oscuridad