Muero por
esas dos lunas llenas que escondes bajo tus cejas,
Muero por
tus dos cuartos menguantes que, efímeramente,
viven en tus
mejillas cada vez que se esponjan tus labios
rojos y
macizos, y otras veces, naranjas como la luna,
Muero por
esa perfecta combinación agridulce que me provocas
Muero a
diario, a cada minuto a cada segundo,
Muero,
mujer, a diario, por ti... solo para renacer una vez más
y volver a
morir, cada vez que sonríes para mí.