Las letras callaron,
se enmudecieron sobre el papel,
estaban incómodas.
Parecían venir de otro mundo,
y que les apuraba el deseo de huir.
Desesperadas se agolpaban
unas tras otras.
Se veía cómo les palpitaba
el corazón, ¡cómo sufrían!
Sangraron y lloraron...
Ahora esa carta es vieja,
arrugada, amarillenta y olvidada.
Sobre mi mano derecha
se escurre la tinta,
a la hoguera van.
Mientras caen, juran vengarse... (de ti)
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