Sé que no soy al primero que visitas, ni mucho menos el
último, pero deseo que vuelvas, aunque sea, a dejar impregnado tu insoportable
y tormentoso aroma en mi cama.
Eres esa adicción de la cual me avergüenzo, un abismo
profundo y oscuro al cual corro sigilosamente, escondiéndome sabe de quién,
pero con temor.
Eres el pecado del cual siempre me arrepiento, antes y
después, que no disfruto, sólo cuando mi pene se sumerge entre tu boca.
No sé cómo sea una adicción, pero esto no podría ser una
adicción, si es un tormento a toda hora. ¿dónde queda el gozo si no es tu boca?
¿qué sería de ti sin tu lengua salvaje? ¿Qué sería de ti sin este hombre que se
rebaja y se somete, interminablemente, a tu boca, menos cuando intenta besarme?
Te odio y tú lo sabes, te lo he dicho tantas veces, pero
irremediablemente, regresas. Sé que no es amor, quizá, y simplemente, te suceda
lo que a mí. Nos odiamos, no lo decimos. Nos satisfacemos, obteniendo del
otro sólo lo que necesitamos, sin satisfacer al otro. Somos egoístas, nos importa
sólo nuestra satisfacción, mas sin saberlo, nos satisfacemos. ¿¡qué diablos es
esto!?
Nos buscamos porque no tenemos a nadie más a quien acudir
¿qué pasará cuando allá alguien más? Quizá deba olvidar tu número, eso
bastaría. Tal vez sólo tu incesante apetito sexual deba morir. Sï, eso es. Así
ya no habría razón para vernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario