Insoportable como la soledad.
Tan hiriente y tercamente aislada,
me ardes, como a toda esta gente. Amada
mía, a tragos amargos, esta ebriedad
soporto. Estás y no. ¡Qué atrocidad!
Temeroso odio tu ausencia infundada.
Dios y su imaginación limitada
me aferran a esta grande calamidad
Bebo, forzadamente, tus recuerdos.
Me duele, amor, la piel de no tenerte
mis oídos han quedado sordos, sordos...
Sin ojos, labios u oídos he olvidarte.
Ebrio de impotencia he de callarlos,
he de morir ebrio por muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario